Mejorar la productividad es clave para América Latina, más aún en el contexto actual, y si bien los países de la región presentan diferentes desafíos estructurales, lo cierto es que las compañías aún tienen un amplio margen de maniobra para mejorar su desempeño, generando importantes impactos económicos, sociales y medioambientales.
Mejorar la productividad es clave para América Latina, más aún en el contexto actual, y si bien los países de la región presentan diferentes desafíos estructurales, lo cierto es que las compañías aún tienen un amplio margen de maniobra para mejorar su desempeño, generando importantes impactos económicos, sociales y medioambientales.
Mejorar la productividad es clave para América Latina, más aún en el contexto actual, y si bien los países de la región presentan diferentes desafíos estructurales, lo cierto es que las compañías aún tienen un amplio margen de maniobra para mejorar su desempeño, generando importantes impactos económicos, sociales y medioambientales.
Mejorar la productividad es clave para América Latina, más aún en el contexto actual, y si bien los países de la región presentan diferentes desafíos estructurales, lo cierto es que las compañías aún tienen un amplio margen de maniobra para mejorar su desempeño, generando importantes impactos económicos, sociales y medioambientales.
Mejorar la productividad es clave para América Latina, más aún en el contexto actual, y si bien los países de la región presentan diferentes desafíos estructurales, lo cierto es que las compañías aún tienen un amplio margen de maniobra para mejorar su desempeño, generando importantes impactos económicos, sociales y medioambientales.
Por Marcelo Larraguibel
Por Marcelo Larraguibel
Por Marcelo Larraguibel
Por Marcelo Larraguibel
Por Marcelo Larraguibel
11 de septiembre de 2020
11 de septiembre de 2020
11 de septiembre de 2020
En los últimos 50 años, América Latina ha mostrado lo que muchos expertos denominan “un estancamiento crónico”. Según cifras de CAF, la productividad laboral de la región relativa a la de Estados Unidos solo avanzó de 25% a 27,8%, mientras que otras regiones y países en situaciones similares o incluso peores tuvieron mucho mejor desempeño. Ejemplo de esto es Corea del Sur, el cual avanzó de 8,5% a 67,2% en el mismo período.
América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo y, a pesar de que en valores absolutos existen mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la población y en el acceso a servicios básicos, existen importantes brechas estructurales que aumentan sus problemas de productividad. Entre ellas, mejorar la educación y formación de capital humano; generar más y mejor infraestructura; construir un marco regulatorio y una solidez institucional que genere un ambiente de negocios sólido, abierto y competitivo; crear incentivos públicos a la inversión; y reforzar las capacidades de innovación e incorporación de tecnología. Se trata de desafíos urgentes que deben ser abordados por los gobiernos. Sin embargo, el duro golpe que los países han recibido con la pandemia del COVID-19, que incluye recesión económica, menor recaudación y un incremento importante de la deuda pública, hace muy difícil que estos puedan ejecutar la agenda de transformación necesaria.
La buena noticia es que el sector privado sigue teniendo un importante margen de maniobra, mejorando la gestión de las operaciones actuales e incorporando nuevas tecnologías. Es más, aplicando distintas metodologías de productividad y eficiencia hemos visto que muchas compañías han logrado aumentar su EBITDA entre un 20% y 40%, sin incurrir en inversiones significativas, algo sin duda muy importante en el contexto actual, donde las empresas están experimentando menores ventas y un importante aumento del endeudamiento.
Sin duda, las nuevas tecnologías de automatización, digitalización de procesos y analítica avanzada, entre otras, son el principal driver actual de la productividad. De hecho, hay estudios que señalan que estas serán responsables del 60% de las ganancias de productividad de los próximos 10 años.
En el último tiempo hemos visto importantes avances tecnológicos que se han manifestado, por ejemplo, en una gran proliferación de plataformas digitales, las que permiten generar todo tipo de servicios y transacciones. Al mismo tiempo, la analítica avanzada ha ido adquiriendo terreno, incrementándose exponencialmente por la capacidad de almacenar y procesar datos a bajo costo, además de generar insights en tiempo real, permitiendo mejorar notablemente la toma de decisiones en cuanto a velocidad y precisión.
En tanto, la automatización y robótica, que durante años avanzó lentamente por su alto costo en relación a la mano de obra, hoy ha ido en importante aumento, especialmente en países desarrollados. Y no solo lo ha hecho en áreas industriales, sino que otras áreas de la organización están cada vez más abiertas a incorporar técnicas RPA (Robot Process Automation), Inteligencia Artificial y Machine Learning.
Otro driver menos costoso y que se puede implementar rápidamente, también generando impactos importantes, es instalar una cultura de gestión enfocada en resultados, la cual se desarrolla a partir del establecimiento de metas de productividad desafiantes para todos los recursos y colaboradores de la empresa. Esas metas son el resultado de un benchmarking profundo (interno y externo), las cuales son seguidas activamente por un sistema de gestión robusto con individuos responsables, plazos definidos y rituales de gestión bien establecidos, haciendo posible extraer mucho más valor de los recursos ya existentes en las organizaciones.
En los últimos 50 años, América Latina ha mostrado lo que muchos expertos denominan “un estancamiento crónico”. Según cifras de CAF, la productividad laboral de la región relativa a la de Estados Unidos solo avanzó de 25% a 27,8%, mientras que otras regiones y países en situaciones similares o incluso peores tuvieron mucho mejor desempeño. Ejemplo de esto es Corea del Sur, el cual avanzó de 8,5% a 67,2% en el mismo período.
América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo y, a pesar de que en valores absolutos existen mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la población y en el acceso a servicios básicos, existen importantes brechas estructurales que aumentan sus problemas de productividad. Entre ellas, mejorar la educación y formación de capital humano; generar más y mejor infraestructura; construir un marco regulatorio y una solidez institucional que genere un ambiente de negocios sólido, abierto y competitivo; crear incentivos públicos a la inversión; y reforzar las capacidades de innovación e incorporación de tecnología. Se trata de desafíos urgentes que deben ser abordados por los gobiernos. Sin embargo, el duro golpe que los países han recibido con la pandemia del COVID-19, que incluye recesión económica, menor recaudación y un incremento importante de la deuda pública, hace muy difícil que estos puedan ejecutar la agenda de transformación necesaria.
La buena noticia es que el sector privado sigue teniendo un importante margen de maniobra, mejorando la gestión de las operaciones actuales e incorporando nuevas tecnologías. Es más, aplicando distintas metodologías de productividad y eficiencia hemos visto que muchas compañías han logrado aumentar su EBITDA entre un 20% y 40%, sin incurrir en inversiones significativas, algo sin duda muy importante en el contexto actual, donde las empresas están experimentando menores ventas y un importante aumento del endeudamiento.
Sin duda, las nuevas tecnologías de automatización, digitalización de procesos y analítica avanzada, entre otras, son el principal driver actual de la productividad. De hecho, hay estudios que señalan que estas serán responsables del 60% de las ganancias de productividad de los próximos 10 años.
En el último tiempo hemos visto importantes avances tecnológicos que se han manifestado, por ejemplo, en una gran proliferación de plataformas digitales, las que permiten generar todo tipo de servicios y transacciones. Al mismo tiempo, la analítica avanzada ha ido adquiriendo terreno, incrementándose exponencialmente por la capacidad de almacenar y procesar datos a bajo costo, además de generar insights en tiempo real, permitiendo mejorar notablemente la toma de decisiones en cuanto a velocidad y precisión.
En tanto, la automatización y robótica, que durante años avanzó lentamente por su alto costo en relación a la mano de obra, hoy ha ido en importante aumento, especialmente en países desarrollados. Y no solo lo ha hecho en áreas industriales, sino que otras áreas de la organización están cada vez más abiertas a incorporar técnicas RPA (Robot Process Automation), Inteligencia Artificial y Machine Learning.
Otro driver menos costoso y que se puede implementar rápidamente, también generando impactos importantes, es instalar una cultura de gestión enfocada en resultados, la cual se desarrolla a partir del establecimiento de metas de productividad desafiantes para todos los recursos y colaboradores de la empresa. Esas metas son el resultado de un benchmarking profundo (interno y externo), las cuales son seguidas activamente por un sistema de gestión robusto con individuos responsables, plazos definidos y rituales de gestión bien establecidos, haciendo posible extraer mucho más valor de los recursos ya existentes en las organizaciones.
En los últimos 50 años, América Latina ha mostrado lo que muchos expertos denominan “un estancamiento crónico”. Según cifras de CAF, la productividad laboral de la región relativa a la de Estados Unidos solo avanzó de 25% a 27,8%, mientras que otras regiones y países en situaciones similares o incluso peores tuvieron mucho mejor desempeño. Ejemplo de esto es Corea del Sur, el cual avanzó de 8,5% a 67,2% en el mismo período.
América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo y, a pesar de que en valores absolutos existen mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la población y en el acceso a servicios básicos, existen importantes brechas estructurales que aumentan sus problemas de productividad. Entre ellas, mejorar la educación y formación de capital humano; generar más y mejor infraestructura; construir un marco regulatorio y una solidez institucional que genere un ambiente de negocios sólido, abierto y competitivo; crear incentivos públicos a la inversión; y reforzar las capacidades de innovación e incorporación de tecnología. Se trata de desafíos urgentes que deben ser abordados por los gobiernos. Sin embargo, el duro golpe que los países han recibido con la pandemia del COVID-19, que incluye recesión económica, menor recaudación y un incremento importante de la deuda pública, hace muy difícil que estos puedan ejecutar la agenda de transformación necesaria.
La buena noticia es que el sector privado sigue teniendo un importante margen de maniobra, mejorando la gestión de las operaciones actuales e incorporando nuevas tecnologías. Es más, aplicando distintas metodologías de productividad y eficiencia hemos visto que muchas compañías han logrado aumentar su EBITDA entre un 20% y 40%, sin incurrir en inversiones significativas, algo sin duda muy importante en el contexto actual, donde las empresas están experimentando menores ventas y un importante aumento del endeudamiento.
Sin duda, las nuevas tecnologías de automatización, digitalización de procesos y analítica avanzada, entre otras, son el principal driver actual de la productividad. De hecho, hay estudios que señalan que estas serán responsables del 60% de las ganancias de productividad de los próximos 10 años.
En el último tiempo hemos visto importantes avances tecnológicos que se han manifestado, por ejemplo, en una gran proliferación de plataformas digitales, las que permiten generar todo tipo de servicios y transacciones. Al mismo tiempo, la analítica avanzada ha ido adquiriendo terreno, incrementándose exponencialmente por la capacidad de almacenar y procesar datos a bajo costo, además de generar insights en tiempo real, permitiendo mejorar notablemente la toma de decisiones en cuanto a velocidad y precisión.
En tanto, la automatización y robótica, que durante años avanzó lentamente por su alto costo en relación a la mano de obra, hoy ha ido en importante aumento, especialmente en países desarrollados. Y no solo lo ha hecho en áreas industriales, sino que otras áreas de la organización están cada vez más abiertas a incorporar técnicas RPA (Robot Process Automation), Inteligencia Artificial y Machine Learning.
Otro driver menos costoso y que se puede implementar rápidamente, también generando impactos importantes, es instalar una cultura de gestión enfocada en resultados, la cual se desarrolla a partir del establecimiento de metas de productividad desafiantes para todos los recursos y colaboradores de la empresa. Esas metas son el resultado de un benchmarking profundo (interno y externo), las cuales son seguidas activamente por un sistema de gestión robusto con individuos responsables, plazos definidos y rituales de gestión bien establecidos, haciendo posible extraer mucho más valor de los recursos ya existentes en las organizaciones.
En los últimos 50 años, América Latina ha mostrado lo que muchos expertos denominan “un estancamiento crónico”. Según cifras de CAF, la productividad laboral de la región relativa a la de Estados Unidos solo avanzó de 25% a 27,8%, mientras que otras regiones y países en situaciones similares o incluso peores tuvieron mucho mejor desempeño. Ejemplo de esto es Corea del Sur, el cual avanzó de 8,5% a 67,2% en el mismo período.
América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo y, a pesar de que en valores absolutos existen mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la población y en el acceso a servicios básicos, existen importantes brechas estructurales que aumentan sus problemas de productividad. Entre ellas, mejorar la educación y formación de capital humano; generar más y mejor infraestructura; construir un marco regulatorio y una solidez institucional que genere un ambiente de negocios sólido, abierto y competitivo; crear incentivos públicos a la inversión; y reforzar las capacidades de innovación e incorporación de tecnología. Se trata de desafíos urgentes que deben ser abordados por los gobiernos. Sin embargo, el duro golpe que los países han recibido con la pandemia del COVID-19, que incluye recesión económica, menor recaudación y un incremento importante de la deuda pública, hace muy difícil que estos puedan ejecutar la agenda de transformación necesaria.
La buena noticia es que el sector privado sigue teniendo un importante margen de maniobra, mejorando la gestión de las operaciones actuales e incorporando nuevas tecnologías. Es más, aplicando distintas metodologías de productividad y eficiencia hemos visto que muchas compañías han logrado aumentar su EBITDA entre un 20% y 40%, sin incurrir en inversiones significativas, algo sin duda muy importante en el contexto actual, donde las empresas están experimentando menores ventas y un importante aumento del endeudamiento.
Sin duda, las nuevas tecnologías de automatización, digitalización de procesos y analítica avanzada, entre otras, son el principal driver actual de la productividad. De hecho, hay estudios que señalan que estas serán responsables del 60% de las ganancias de productividad de los próximos 10 años.
En el último tiempo hemos visto importantes avances tecnológicos que se han manifestado, por ejemplo, en una gran proliferación de plataformas digitales, las que permiten generar todo tipo de servicios y transacciones. Al mismo tiempo, la analítica avanzada ha ido adquiriendo terreno, incrementándose exponencialmente por la capacidad de almacenar y procesar datos a bajo costo, además de generar insights en tiempo real, permitiendo mejorar notablemente la toma de decisiones en cuanto a velocidad y precisión.
En tanto, la automatización y robótica, que durante años avanzó lentamente por su alto costo en relación a la mano de obra, hoy ha ido en importante aumento, especialmente en países desarrollados. Y no solo lo ha hecho en áreas industriales, sino que otras áreas de la organización están cada vez más abiertas a incorporar técnicas RPA (Robot Process Automation), Inteligencia Artificial y Machine Learning.
Otro driver menos costoso y que se puede implementar rápidamente, también generando impactos importantes, es instalar una cultura de gestión enfocada en resultados, la cual se desarrolla a partir del establecimiento de metas de productividad desafiantes para todos los recursos y colaboradores de la empresa. Esas metas son el resultado de un benchmarking profundo (interno y externo), las cuales son seguidas activamente por un sistema de gestión robusto con individuos responsables, plazos definidos y rituales de gestión bien establecidos, haciendo posible extraer mucho más valor de los recursos ya existentes en las organizaciones.
En los últimos 50 años, América Latina ha mostrado lo que muchos expertos denominan “un estancamiento crónico”. Según cifras de CAF, la productividad laboral de la región relativa a la de Estados Unidos solo avanzó de 25% a 27,8%, mientras que otras regiones y países en situaciones similares o incluso peores tuvieron mucho mejor desempeño. Ejemplo de esto es Corea del Sur, el cual avanzó de 8,5% a 67,2% en el mismo período.
América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo y, a pesar de que en valores absolutos existen mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la población y en el acceso a servicios básicos, existen importantes brechas estructurales que aumentan sus problemas de productividad. Entre ellas, mejorar la educación y formación de capital humano; generar más y mejor infraestructura; construir un marco regulatorio y una solidez institucional que genere un ambiente de negocios sólido, abierto y competitivo; crear incentivos públicos a la inversión; y reforzar las capacidades de innovación e incorporación de tecnología. Se trata de desafíos urgentes que deben ser abordados por los gobiernos. Sin embargo, el duro golpe que los países han recibido con la pandemia del COVID-19, que incluye recesión económica, menor recaudación y un incremento importante de la deuda pública, hace muy difícil que estos puedan ejecutar la agenda de transformación necesaria.
La buena noticia es que el sector privado sigue teniendo un importante margen de maniobra, mejorando la gestión de las operaciones actuales e incorporando nuevas tecnologías. Es más, aplicando distintas metodologías de productividad y eficiencia hemos visto que muchas compañías han logrado aumentar su EBITDA entre un 20% y 40%, sin incurrir en inversiones significativas, algo sin duda muy importante en el contexto actual, donde las empresas están experimentando menores ventas y un importante aumento del endeudamiento.
Sin duda, las nuevas tecnologías de automatización, digitalización de procesos y analítica avanzada, entre otras, son el principal driver actual de la productividad. De hecho, hay estudios que señalan que estas serán responsables del 60% de las ganancias de productividad de los próximos 10 años.
En el último tiempo hemos visto importantes avances tecnológicos que se han manifestado, por ejemplo, en una gran proliferación de plataformas digitales, las que permiten generar todo tipo de servicios y transacciones. Al mismo tiempo, la analítica avanzada ha ido adquiriendo terreno, incrementándose exponencialmente por la capacidad de almacenar y procesar datos a bajo costo, además de generar insights en tiempo real, permitiendo mejorar notablemente la toma de decisiones en cuanto a velocidad y precisión.
En tanto, la automatización y robótica, que durante años avanzó lentamente por su alto costo en relación a la mano de obra, hoy ha ido en importante aumento, especialmente en países desarrollados. Y no solo lo ha hecho en áreas industriales, sino que otras áreas de la organización están cada vez más abiertas a incorporar técnicas RPA (Robot Process Automation), Inteligencia Artificial y Machine Learning.
Otro driver menos costoso y que se puede implementar rápidamente, también generando impactos importantes, es instalar una cultura de gestión enfocada en resultados, la cual se desarrolla a partir del establecimiento de metas de productividad desafiantes para todos los recursos y colaboradores de la empresa. Esas metas son el resultado de un benchmarking profundo (interno y externo), las cuales son seguidas activamente por un sistema de gestión robusto con individuos responsables, plazos definidos y rituales de gestión bien establecidos, haciendo posible extraer mucho más valor de los recursos ya existentes en las organizaciones.
Aunque pueden haber numerosos desafíos externos para aumentar la productividad, las empresas tienen muchas barreras internas que deben ser abordadas para asegurar una transformación exitosa y un aumento sostenido de esta. La resistencia al cambio es muy común y compleja, siendo fundamental abordarla activando los pilares del Change Management:
Además, para que el aumento de productividad de una compañía realmente sea posible, esta debe ocupar un lugar esencial en la agenda de la alta dirección de la empresa y del CEO. Si esto no es así, es muy difícil que las diferentes iniciativas logren alcanzar todo su potencial e impacto, perdiendo oportunidades de ahorros y aumento de ingresos que son claves para la supervivencia, competitividad y sostenibilidad de las organizaciones, especialmente en el difícil contexto actual. Por eso, el directorio y la gerencia deben ser los principales impulsores del cambio necesario, actuando como role models y comprometiéndose con él desde el principio.
Aunque pueden haber numerosos desafíos externos para aumentar la productividad, las empresas tienen muchas barreras internas que deben ser abordadas para asegurar una transformación exitosa y un aumento sostenido de esta. La resistencia al cambio es muy común y compleja, siendo fundamental abordarla activando los pilares del Change Management:
Además, para que el aumento de productividad de una compañía realmente sea posible, esta debe ocupar un lugar esencial en la agenda de la alta dirección de la empresa y del CEO. Si esto no es así, es muy difícil que las diferentes iniciativas logren alcanzar todo su potencial e impacto, perdiendo oportunidades de ahorros y aumento de ingresos que son claves para la supervivencia, competitividad y sostenibilidad de las organizaciones, especialmente en el difícil contexto actual. Por eso, el directorio y la gerencia deben ser los principales impulsores del cambio necesario, actuando como role models y comprometiéndose con él desde el principio.
Aunque pueden haber numerosos desafíos externos para aumentar la productividad, las empresas tienen muchas barreras internas que deben ser abordadas para asegurar una transformación exitosa y un aumento sostenido de esta. La resistencia al cambio es muy común y compleja, siendo fundamental abordarla activando los pilares del Change Management:
Además, para que el aumento de productividad de una compañía realmente sea posible, esta debe ocupar un lugar esencial en la agenda de la alta dirección de la empresa y del CEO. Si esto no es así, es muy difícil que las diferentes iniciativas logren alcanzar todo su potencial e impacto, perdiendo oportunidades de ahorros y aumento de ingresos que son claves para la supervivencia, competitividad y sostenibilidad de las organizaciones, especialmente en el difícil contexto actual. Por eso, el directorio y la gerencia deben ser los principales impulsores del cambio necesario, actuando como role models y comprometiéndose con él desde el principio.
Aunque pueden haber numerosos desafíos externos para aumentar la productividad, las empresas tienen muchas barreras internas que deben ser abordadas para asegurar una transformación exitosa y un aumento sostenido de esta. La resistencia al cambio es muy común y compleja, siendo fundamental abordarla activando los pilares del Change Management:
Además, para que el aumento de productividad de una compañía realmente sea posible, esta debe ocupar un lugar esencial en la agenda de la alta dirección de la empresa y del CEO. Si esto no es así, es muy difícil que las diferentes iniciativas logren alcanzar todo su potencial e impacto, perdiendo oportunidades de ahorros y aumento de ingresos que son claves para la supervivencia, competitividad y sostenibilidad de las organizaciones, especialmente en el difícil contexto actual. Por eso, el directorio y la gerencia deben ser los principales impulsores del cambio necesario, actuando como role models y comprometiéndose con él desde el principio.
Aunque pueden haber numerosos desafíos externos para aumentar la productividad, las empresas tienen muchas barreras internas que deben ser abordadas para asegurar una transformación exitosa y un aumento sostenido de esta. La resistencia al cambio es muy común y compleja, siendo fundamental abordarla activando los pilares del Change Management:
Además, para que el aumento de productividad de una compañía realmente sea posible, esta debe ocupar un lugar esencial en la agenda de la alta dirección de la empresa y del CEO. Si esto no es así, es muy difícil que las diferentes iniciativas logren alcanzar todo su potencial e impacto, perdiendo oportunidades de ahorros y aumento de ingresos que son claves para la supervivencia, competitividad y sostenibilidad de las organizaciones, especialmente en el difícil contexto actual. Por eso, el directorio y la gerencia deben ser los principales impulsores del cambio necesario, actuando como role models y comprometiéndose con él desde el principio.
El miércoles 9 de septiembre, la MIT Sloan Latin America Office me invitó a moderar un webinar sobre esta materia, donde junto al Presidente de nuestro partner Gradus Consultoria de Gestão, Gustavo Pierini, analizamos algunos de los puntos mencionados anteriormente. En él podrán encontrar numerosos ejemplos que grafican claramente los desafíos y oportunidades de productividad en diversas industrias, permitiendo tener una visión más clara de la importancia de avanzar en estas materias. Los invito a verlo a continuación:
El miércoles 9 de septiembre, la MIT Sloan Latin America Office me invitó a moderar un webinar sobre esta materia, donde junto al Presidente de nuestro partner Gradus Consultoria de Gestão, Gustavo Pierini, analizamos algunos de los puntos mencionados anteriormente. En él podrán encontrar numerosos ejemplos que grafican claramente los desafíos y oportunidades de productividad en diversas industrias, permitiendo tener una visión más clara de la importancia de avanzar en estas materias. Los invito a verlo a continuación:
Marcelo Larraguibel
Socio Fundador, Virtus Partners
Marcelo Larraguibel
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Ingeniero Industrial - Universidad de Chile
MBA - MIT Sloan School of Management
Más de 30 años de experiencia en consultoría estratégica y de alta dirección
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